Allá donde fueres, haz lo que vieres...
No es difícil encontrarse con alguien que, sin saberlo, pone una barrera entre el cliente y él. La mayoría de veces, por preocuparse únicamente de que tiene que “vender”.
Tenemos que pensar que un cliente es otra persona como lo somos nosotros, y que nunca nos gusta que se pavoneen frente a nosotros o que, simplemente, utilicen un lenguaje demasiado específico del sector en el que mueven cuando nos están intentando vender o explicar un producto o servicio.
Tenemos que “mimetizarnos” con el entrono y no crear “barreras” psicológicas que nos compliquen la gestión que intentamos desarrollar.
Sí, un cliente nos tiene que ver como verdaderos expertos en nuestro sector y verdaderos conocedores de nuestro producto, pero tenemos que adaptarnos a su lenguaje y costumbres.
Se trata de acercarnos al cliente y de conseguir que nos vea como a alguien que les va a aportar una solución a sus necesidades y no a alguien que sólo le interesa vender.
Ser capaces de ponernos en el lugar del cliente e intentar adaptar las cualidades de nuestro producto a sus necesidades de manera que los perciba como verdaderos beneficios para él. Hay que personalizar los beneficios de nuestro producto o servicio para que el cliente se vea reflejado en la explicación que le estamos dando.
Esta técnica sería imposible si no nos ponemos al “nivel” de nuestro cliente y, además, no nos preocupamos verdaderamente por descubrir sus necesidades, implícitas y explícitas.
No pongamos más barreras de las que ya hay inicialmente entre los clientes y nosotros.
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esteban -