La escucha activa. Una oportunidad para entendernos.
Si queremos mantener una comunicación eficaz, la escucha activa es fundamental.
No es otra cosa que escuchar, entender y estar atentos a lo que nuestro interlocutor nos está diciendo, estemos o no de acuerdo, prestando atención a lo que dice, cómo lo dice (qué emociones muestra al decirlo) y a sus gestos. Todos esos puntos nos darán una interpretación correcta de qué nos quiere transmitir nuestro interlocutor.
Podemos decir que es la acción voluntaria de escuchar y entender el mensaje de la persona con la que hablamos. Es decir, implica un esfuerzo consciente, por lo que tenemos que mirar a quien está hablando, no escribir mientras habla, estar interesados realmente en lo que nos está diciendo. Atención a las señales no verbales. Si miramos a los ojos y asentimos con la cabeza, damos a entender a nuestro interlocutor que estamos prestando atención y nos interesa.
Repetir alguna frase que la otra persona haya dicho en forma de pregunta, provocará que nuestro interlocutor nos lo explique con mayor profundidad o que simplemente se ratifique en lo dicho. En cualquier caso verá que estamos atendiendo interesados en lo que dice.
No podemos interrumpir a nuestro interlocutor hasta que haya acabado de hablar. Lo contrario denota poco interés por lo que nos quiere decir.
Tampoco podemos estar pensando en qué le vamos a decir en cuanto termine, eso no es escucha activa.
No nacemos con este proceso aprendido, hay que practicarlo si queremos tener una comunicación efectiva. Queremos ser escuchados, pero no sabemos escuchar. Recordad, escuchar, no sólo oir y, además, escuchar activamente, es decir escuchar atentos, entendiendo lo que nos dice y dando muestras de que lo estamos entendiendo. No confundir con la empatía.
No queda otra que practicar, practicar y parcticar.
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