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Una dosis de respeto

Una dosis de respeto

¿Dónde quedaron las formas que aprendimos los que ya tenemos más de cuarenta?

Recuerdo que en el colegio tenía una asignatura que se llamaba “urbanidad”, donde se repasaban los principios básicos de educación y respeto hacia los demás. Hoy en día no es raro cruzarte con alguien que sencillamente no conoce ningún principio básico de cortesía.

No me siento un carca, ni mucho menos, pero (quizás sea por deformación profesional)  ver como los jóvenes tutean arbitrariamente a personas que no conocen, puede conmigo.

Y la culpa de todo, quienes han labrado este presente, hemos sido nosotros. Hemos querido dar tanta libertad a nuestros hijos que nos hemos pasado de frenada. Que levante la mano el que no haya permitido algo a sus hijos que nuestros padres no habrían aceptado con nosotros. Es que somos unos blandos.

Les hemos dado de todo, todo aquello que no nos dejaron hacer, lo tienen nuestros hijos multiplicado por seis. Después nos quejamos de que no valoran nada…

¿Y en el colegio?, ¿dónde está el respeto al profesor?. No me las voy a dar de santurrón, que yo también hice mis pinitos de gamberrete en el colegio, pero eran gamberradas inocentes.

Se ha perdido la admiración que teníamos a nuestros profesores. El profesor era una autoridad, aunque no me cayera bien, y le debía hablar con respeto. Hoy ha cambiado mucho, niños que les insultan, que les acosan, hasta algunos padres llegan a pegarles.

Recientemente hemos podido leer en la prensa cómo estudiantes universitarios insultaban e intentaban agredir a políticos cuando se disponían a participar en una conferencia en la universidad.

Hemos fracasado en el intento de darles lo mejor. Les hace falta más disciplina, que aprendan lo que es el respeto y a valorar lo que tienen.

“Ya verás en la mili”, me decía mi abuelo, y tenía razón. En la mili tuve que tragar muchos sapos, situaciones que no me apetecían y órdenes absurdas en algunos casos, pero me ayudó a formarme como hombre, a reforzar la idea de que tenía que acatar unas normas me gustaran o no, a que al gallito universitario se le bajaran los humos, aunque fuera a costa de “perder” quince meses de mi vida, que los doy por bien empleados.

Mi abuelo tenía razón, una mili tendrían que pasar los jóvenes de hoy en día y mucha más disciplina. Una dosis de respeto.

1 comentario

Fernando -

Y que lo digas. Verdaderamente es triste ver cómo se comportan algunos jóvenes hoy en día.
Yo soy profesor de chicos/as de quince años y te puedes imaginar la diversidad de comportamientos que podría explicar. A veces da miedo. ¡Qué le vamos a hacer!. En estos casos, lo que necesitamos los maestros, es la colaboración de los padres, no que se nos enfrenten y refuercen, de esta manera, el comportamiento de sus hijos.